07 junio 2015

“Threads” o la reflexividad de la sociedad posindustrial.

Cuando era niño allá a fines de los ochentas, por un descuido de mis padres pude ver una película en una vieja video reproductora que teníamos en mi casa. El mentado film de ficción, del año 1984, se trataba de “Hilachas” (el título en español, “Threads” en inglés). Él dejó profunda impresión en mí. Hay que recordar que si bien por esos años agonizaba la U.R.S.S., el mundo bipolar todavía estaba vivo o dando sus últimos estertores. Eran épocas de la “guerra fría” y en consecuencia de potenciales conflictos bélicos a escala global. La película está filmada, como en lo que años después se pondría de moda, es decir, con el formato de documental ficcionado. En él se relata la vida de una joven pareja que debe hacer frente al embarazo de la chica. Todo ello en un contexto de lo más sombrío, pues el mundo comienza a colapsar cuando fuerzas soviéticas (los malos) invaden Irán y E.E.U.U. - junto con OTAN (los buenos)- decide responder militarmente, por lo que se inicia una escalada de violencia con armas nucleares de corto alcance. En G.B. comienzan a tomar medidas para afrontar la situación organizando a los gobiernos locales para el aprovisionamiento de alimentos, medicamentos y grupos de socorristas. Con el transcurso de los días y casi de imprevisto la sociedad comienza a tomar razón de la gravedad de los acontecimientos, pero las cartas están echadas. Inglaterra es uno de los primeros países afectados por la guerra nuclear mundial. Así, la protagonista, deberá afrontar su embarazo en ese presente apocalíptico en donde las bombas nucleares comienzan a caer en su país. La película, cabe decir, es descarnada en extremo para la época de su estreno. Hay imágenes de cadáveres y gente mortalmente quemada. Por la hambruna la gente hasta come roedores. Por todos lados se ve muerte por radiación, destrucción y una desorganización total de un gobierno que ya casi no existe más. Sólo actúan algunas milicias un tanto autónomas y sin control de un poder central que no saben a quien obedecer ni qué hacer. El film es aleccionador al tocar todas las aristas posibles de un futuro post guerra nuclear: hambre, gente gravemente enferma y herida, clima inhóspito, vandalismo y desmoralización y desorganización social. A diferencia de otros filmes con la misma temática en ésta, el director proyecta los posibles efectos de una guerra nuclear a escala global quince años hacia delante. En ella se puede ver el fin de la civilización como la conocemos hoy o el fin de la humanidad al perecer animales, vegetales y provocarse la esterilidad de todo lo que en un momento tuvo vida. Así se pueden ver a colonias de personas al filo de sus posibilidades físicas y mentales luchar contra la tierra yerma para poder extraer unos granos de ella. Ese futuro, el de 1984, todavía no llegó y las posibilidades de que ello ocurra están cada vez, quizas, más lejos. Eran los miedos de una época pretérita pues en definitiva la ciencia ficción o las hipótesis de futuros posibles no hacen más que hablarnos sobre nuestro presente. En ese caso es el presente de la “guerra fría”, es decir, de los miedos de ese presente. Esta ficción nos dice que en 1984 íbamos por mal camino, aunque si bien estábamos lejos de la crisis de los misiles en octubre de 1962, el sabor que queda en la boca es el de saborear de cerca un futuro postapocalíptico. Posiblemente el director del film proyectaba el porvenir de ciertas características de la sociedad actual como una alarma de advertencia; en congruencia con esto podemos decir que dos años después tuvimos el desastre de “Chernobil” y el “Challenger”. Dos grandes fracasos para la humanidad. En ese mismo año se publicaba un libro de Ulrich Beck, “Sociedad de Riesgo” en donde sienta las bases de sus ideas principales: * Los riesgos (no los peligros) causan daños sistemáticos a irreversibles a nivel mundial; * La lógica del reparto de los riesgos sigue el camino de la desigualdad social estructural; * Se produce un retorno a la incertidumbre: el riesgo es impredecible y si se puede predecir no hay nada que lo pueda detener. * Éstos se desarrollan en la sociedad industrial que es super-reflexiva y que no puede dejar de interrogarse por esos problemas que introduce la modernidad y que, como los sistemas expertos que no podemos controlar y que dominan nuestras vidas, nos generan un gran malestar interno. Si en esos años todavía temíamos a la tercera guerra mundial o a los problemas ambientales propios de la radiación, “Threads” es un film antibelicista, un grito sin temor a la vergüenza, una hipótesis de conflicto que hoy ha quedado reservada para los libros de historia, pero que enfrenta nuevos problemas y las soluciones pasan por esos sistemas expertos que de un momento a otro pueden desquiciarse como se desquician al fracasar quienes debían evitar ese conflicto armado a escala global. Los males del ayer evidentemente no son los de hoy. Las “viejas incertidumbres conocidas” de antaño han sido reemplazadas por las “modernas incertidumbres inciertas”. No llegó “el fin de la historia”. Ayer el enemigo tenía otro color de piel, hablaba otro idioma y tenía otra religion, hoy estos son reemplazados por quienes son idénticos a nosotros, mimetizados en nuestra sociedad, delincuentes informáticos, falsos profetas, etc. El enemigo duerme dentro de nuestra casa, está en la web cada vez que nos conectamos. Las hiperreflexibidad de esta modernidad nos llena de temores a lo que puede venir, no una guerra nuclear, sino un enemigo con el rostro velado. Un enemigo que ni siquiera él mismo sabe que lo es, como por ejemplo quien manipula una central nuclear, un avión o produce medicamentos o alimentos transgénicos. A las par, y como plantea Z. Bauman en “La sociedad sitiada”, hay cada vez más una distancia entre el ver-saber-actuar. ¿Porqué? Por que el ametrallamiento de imágenes de los medios de comunicación puede coartar nuestra asimilación de verdaderos conocimientos. Y a su vez, es imposible hoy sostener con honestidad intelectual que uno ignora lo que está pasando en el resto del mundo. Así se establece el binomio entre los que hacen el mal y los testigos. Todos somos testigos, a la par que somos menos tolerantes a los males que provocan esos malvados. Malvados que en líneas generales, antes podían provocar el mal hasta donde llegaban las balas que disparaban sus armas, pero que hoy sus acciones pueden ser a escala global. ¿Cuáles son los miedos de nuestro presente? El sufrimiento y las miserias diarias, el sufrimiento que vemos por tv, pero que cuando nos hastía nos permite cambiar impunemente de canal. Somos cada vez más intolerantes contra los males que vemos a diario, pero no actuamos en consecuencia. El derretimiento de los hielos, los alimentos transgénicos, la trata de humanos, etc. Cuando nos cansa, cambiamos de canal. Así, literalmente hemos asesinado a la empatía. En todo caso hablamos de la desesperanza, de la pérdida de la fe, tan terrible o devastador como un holocausto nuclear que pueden ser similares a la falta de horizontes claros. Finaliza la película, como corresponde a los miedos de la época, con un mundo similar a la Edad Media, con una generación deformada por la radiación y totalmente degradada por las condiciones reinantes en donde ni siquiera pueden articular palabras o frases enteras, es la barbarie que se impone por fuerza de la radiación. ¿Cómo finalizaría nuestra película (peligros) actual con la violación de nuestra intimidad desde el gobierno de EEUU o las nuevas fuerzas superiores a los gobiernos nacionales?

“Los bigotes de mi papá”

Cambiando de lugar unas prendas en el placard de mi antiguo dormitorio me encontré con unos álbumes de fotos bastante viejos de mi familia. Por su antigüedad es obvio que no aparezco en ellas; son del noviazgo de mis padres, allá por principios de los años ’70. No me llamaron la atención las anchas botamangas de los pantalones de mis padres, después de todo, esas modas regresan y se reinventan. Un amigo dice que todo ya está inventado en la moda, que lo único que cambia es el material con el que se hace la ropa. La cuestión es que lo que me llamó poderosamente la atención son los gruesos bigotes de mi papá. No su larga cabellera negra, sino sus bigotes, a lo capitán de alguna revolución de 1900 en México. Deben ser unas cincuenta fotos de los ’70 que tengo a mano. Allí tienen unos años menos que los que porto ahora, y eso me llama la atención, los bigotes, las patillas, esas poses serias, desacartonadas pero serias. No es la seriedad de las fotos de los años 30 o 40, es otra seriedad, como una seriedad marcada por las ideologías, por el uso de la violencia como arte de persuasión. Prueba de ello es que en muchas fotos él y algunos amigos aparecen portando armas de fuego como ahora nosotros portamos celulares. Sin dudas los ´70 fueron una época violenta, no sólo desde lo político, sino también desde lo postural, desde la presencia del YO interrogando a quien mire a través de la fotografía, como queriendo ser grande antes de tiempo, aunque por esa época se era grande a los 20 años, hoy no se es grande ni a los 40. Hay una que me llama la atención, está blandiendo un revolver con su mano derecha, de costado, como los pistoleros de las películas de ahora. Apunta a quien mira la foto, por ende, apuntaba a quien la tomó. Tal vez el discurso sobre la juventud de aquella época era una distinta a la de hoy. Debo investigarlo, lo voy a anotar por ahí antes de olvidarlo. Tal vez era un esfuerzo poco fingido por no parecer jóvenes, inmaduros o que se yo. Que raro, nunca lo hablé con mi papá. Siempre supe de su afición a las armas de fuego, cuchillos y todo eso, crecí rodeado de pistolas, granadas, cuchillos, municiones y artilugios balísticos aunque de niño sentía terror de matar un pájaro con mi escopeta de aire comprimido. Demás está decir que cuando apuntaba hacia un pájaro nunca les atinaba, en parte porque era mal tirador, en parte supongo que por una pulsión inconsciente de no dañar a otro ser vivo. Más grandecito sentí el miedo de pensar que tal vez mi papá pensara que era medio puto por no gustarme las armas. Quizás los equivocados seamos los de mi generación. Quizás esta eterna juventud que vivimos nos impide aprehender la pesadez de la vida, de sus grandes intríngulis, como los nudos gordianos que quisieron desatar mi papá y esos chicos hace cuarenta años. Es posible que si en los ´70 hubiera existido Facebook caería por la pesadez de sus opiniones, mostrando los rasgos de adultez anticipada a partir de los 19 años.

Violencia de género y ley de violencia familiar

Resumen: En el presente trabajo se abordan desde un punto de vista jurídico y sociológico algunos interrogantes relacionados a la violencia de género, en particular dentro de la familia y a la legislación que pretende intervenir en este flagelo. Palabras claves: Sociología. Crisis de los Sistemas Expertos. Justicia. Perversidad humana. Individuación. El yo. Violencia de Género. Ley de Violencia Familiar. Análisis de la Cepal. I. Introducción. Más preguntas que respuestas. Usualmente cuando se presentan estos tipos de trabajos en revistas científicas el objetivo es desarrollar en la introducción algunas hipótesis de trabajo para, en las conclusiones, luego despejar las preguntas, llegar a alguna conclusión. No creo que este sea el caso. Tiempo atrás en el ejercicio de mi profesión de abogado y como funcionario de la justicia de la provincia de Santa Fe discutía con un colega acerca de algunos temas relacionados con la violencia familiar, desde un punto de vista del funcionamiento de la justicia y desde un punto de vista más bien sociológico; en particular sobre la aplicación en concreto de la ley provincia de violencia familiar, que cabe acotar es muy similar a la nacional y asimismo similar a las de Latinoamérica. El interrogante rondaba acerca de si en los últimos años la violencia, en este caso de género, había aumentado y si los niveles de crueldad humana habían aumentado o disminuido o lo que puede ser peor, si se habían sofisticado. A ello se suma lo que podríamos denominar como un fracaso de lo que podría denominar “sistema experto” de la Justicia. Reitero entonces, este trabajo concluirá con más preguntas que respuestas y como tal considero y deseo que así sea atento a que la presente propuesta debería servir como disparador de otros interrogantes relacionados con la temática. II. Análisis sociológico general. Brevemente se puede decir que algunos sociólogos, como veremos luego, dirán que la era del Estado-nación ha terminado, que con la “globalización” se han producido fenómenos políticos, tecnológicos, culturales y económicos, a la par que los sistemas de comunicación han revolucionado el mundo con una creciente oleada de innovaciones tecnológicas. Según U. Beck y E. Beck-Gernsheim hay una disputa en las ciencias sociales relativa a que el paisaje social y político ha cambiado desde 1989 con el colapso del imperio soviético y la caída del muro de Berlín. Por el lado opuesto se encontrarían quienes no ven ningún signo de “cambio de época” y que la modernidad ha sido siempre sinónimo de crisis. Estos autores de inmediato se colocan entre el primer bando mencionado al creer que sí ha habido una ruptura categórica: “… la represión de lo nuevo es uno de los grandes traumas del capitalismo moderno; éste ha dado origen a una enorme estructura de aplazamientos y negativas, so pretexto de que todo sigue igual. Como resultado de un proceso más racional de ‘modernización reflexiva’ … se está produciendo un cambio fundamental en la naturaleza de lo social y lo político…” Zygmunt Bauman por su parte hace referencia a la “fluidez” como metáfora de la etapa actual de la era moderna, en que la solidez, las viejas certidumbres, se desvanecen, se derrumban: “… la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo” . Por otro lado, A. Giddens delimita a la globalización como “… una serie compleja de procesos, y no uno solo. Operan, además, de manera contradictoria o antitética” . Ésta presiona hacia arriba y hacia abajo a las comunidades, es la razón del surgimiento de identidades culturales locales en diferentes lugares del mundo, las naciones enfrentan hoy riesgos y peligros en lugar de enemigos. Todo ello conspira para la creación de algo nuevo denominado sociedad cosmopolita mundial. En esta nueva sociedad nuestras instituciones no pueden dar cuenta de lo que estamos viviendo. La familia, la clase, el trabajo, la nación, son todas instituciones que se han vuelto obsoletas para las tareas que deben cumplir. Es decir, vivimos rodeados de “instituciones concha” ya que su nombre no ha cambiado, el exterior, pero por dentro, su contenido sí ha cambiado. Como veremos luego, “la impotencia que experimentamos no es señal de deficiencias personales sino que refleja las deficiencias de nuestras instituciones. Necesitamos reconstruir las que tenemos o crear otras nuevas” . Norbert Elias es esclarecedor cuando establece que la transformación social se da en virtud de un proceso de diferenciación social caracterizada por la separación y diferenciación de las personas particulares en sus relaciones mutuas. Esta creciente individualización es también un proceso de civilización al producirse un aumento de tensiones entre las órdenes y prohibiciones sociales asumidas como autoinhibiciones y los impulsos reprimidos. Un aspecto destacado por este autor, en relación a la entrevista que se analiza, es que este proceso indica que en la mayoría de los casos los trabajos por lo especializados que son, “dejan un margen relativamente limitado a las inclinaciones y aptitudes de los individuos” . La creciente especialización de las sociedades estatales hace más largo el proceso para que la persona se convierta en autodependiente, por lo que aumentan las exigencias que se hacen a su autorregulación. En este sentido el individuo expresará la sensación de que la vida social le impide la realización de lo que él es “interiormente”. Dirá N. Elias que “… el desarrollo social hacia una elevada individualización del individuo abre a las personas particulares una vía hacia formas específicas de satisfacción y realización, y hacia formas específicas de insatisfacción y vacío…” . III. Análisis institucional de la modernidad. Anthony Giddens desarrolla en “Consecuencias de la Modernidad” un análisis institucional de la modernidad, poniendo énfasis en las cuestiones culturales y epistemológicas de la misma. Construye una primera aproximación al término de “modernidad” definiéndolo como los “… modos de vida u organización social que surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVIII en adelante y cuya influencia, posteriormente, los han convertido en más o menos mundiales” . Así va a entrar en discusión con los sociólogos contemporáneos que creen que nos encontramos frente al comienzo de una nueva era. Por el contrario, Giddens dirá que nos estamos trasladando a un período en que las consecuencias de la modernidad se están radicalizando y universalizando como nunca. En definitiva, intenta hacer una crítica a la idea de que estamos entrando en la “posmodernidad”, concepto que fuera adoptado por Jean-Francois Lyotard en 1985. En la posmodernidad, como la entiende Giddens, se producen una serie de transiciones inmanentes, separadas de varios agrupamientos institucionales de la modernidad: “Aún no vivimos en un universo social posmoderno, pero podemos vislumbrar algo más que unos pocos destellos del surgimiento de modos de vida y formas de organización social que divergen de aquellos impulsados por las instituciones modernas” . IV. El proceso de individuación. Los vertiginosos cambios en la sociedad se pueden explicar en primer lugar por lo que ha dado en llamarse el proceso de individuación que describe una transformación estructural, sociológica, de las instituciones sociales y la relación del individuo con la sociedad. Este proceso comenzó a desarrollarse en el Renacimiento, en el ascetismo interior del protestantismo, en la emancipación de los campesinos del vínculo feudal, aunque tomó un ritmo vertiginoso en los últimos treinta o cuarenta años. La individualización libera a los individuos de los roles tradicionales a los que estaban prácticamente condenados, pero los condiciona de otras maneras. Se produce una “desincrustación” de los modos de vida de la sociedad industrial sin la consiguiente “reincrustación”. Al producirse el declive de los viejos conceptos de clase, familia, género, estado-nación (las clases sociales se destradicionalizan, las mujeres se han alejado de su “destino de estatus” y todos se incorporan a lo que se denomina la flexibilización laboral) el individuo debe convertirse en el agente de su propia identidad. Pero como se verá luego, junto con el fin de las trabas tradicionales el individuo se vuelve dependiente del mercado (laboral) que es institucional y estructural. Dice U. Beck: “…El individuo liberado se vuelve dependiente del marcado laboral y, por ello mismo, dependiente de, por ejemplo, la educación, el consumo, las ayudas del Estado de Bienestar; y, finalmente, de las posibilidades –y modas- de la atención médica … la dependencia del mercado se extiende a todos los ámbitos de la vida” . Con ello se forma la paradoja de que por un lado se fomenta la fe en el control individual, en el deseo de la “propia vida” pero por el otro se le impone la existencia dentro del mercado laboral. La mayor individualización no necesariamente conlleva una mayor individuación (proceso por el que nos volvemos individuos autónomos) y sólo se puede sobrevivir con el auxilio sofocante de los sistemas expertos. La posibilidad y necesidad de una mayor individualización es un aspecto de una transformación social ajena al control de las personas. La individualización dice Beck que se está convirtiendo en la estructura social de la segunda sociedad moderna propiamente tal. Así las características de la moderna vida social occidental individualizada nos obligan a buscar soluciones biográficas a contradicciones sistémicas. Por tanto Beck pretende decir que el ser humano actual quiere escribir su propia historia, ser autor de su propio “yo” o lo que se denomina “cultura de la propia vida”. V. La violencia de los “hijos de la libertad”. Un artículo que en su momento me impresionó fue el de Ulrich Beck “Hijos de la libertad”. En dicho texto el autor se plantea si somos una sociedad “yoica”, apelando a afirmaciones tales como: falta de solidaridad, egoísmo, falta de valores, etc: “Muchos de los resultados que la investigación sobre el cambio de los valores ha aportado –por ejemplo, la espontaneidad y la decisión voluntaria del compromiso político, la autoorganización, el rechazo de formalismos y jerarquías, la resistencia, el corto plazo, la reserva, igualmente, de no intervenir sino allí donde se es aún sujeto de acción- están, por cierto, en conflicto con el aparato del partido, pero desde todo punto de vista cobran sentido en las formas y los foros de la sociedad civil” . Los “hijos de la libertad” (como ideal o ejemplo de una forma de ser postmoderna) tienen una nueva forma de amar, de relacionarse, de entender las relaciones y sin embargo los niveles de violencia, no solo de género, se ha visto incrementado o tal vez visibilizado. Lo veremos. Una primera conclusión que se podría arriesgar: ha aumentado el individualismo, cada cual tiene que intentar o inventar por sí solo su existencia. Más incomprensible puede resultar si inclusive tenemos en cuenta los actuales debates acerca de los derechos de la mujeres islámicas, o las “no occidentales”, que generan junto a “la primavera árabe” una serie de debates y nuevos discursos Entonces en esta "modernidad reflexiva" concebida como un cambio de la sociedad industrial propia del siglo XX en la que se produce de forma violenta y no planeada y dentro de un orden político y económico intactos arrastra a las relaciones humanas en una radicalización de la modernidad que destruye las premisas y contornos definidos (y seguros) de la sociedad industrial y que se abre a una nueva modernidad, "modernidad líquida", para Bauman por ejemplo. El fenómeno se ve enlazado con el hecho de que la institución "familia" ya no es privada. Se ha transformado en un "lugar público" que es observado por distintos sistemas expertos como el judicial, la psicología, el feminismo, la educación y porqué no también desde el mercado, desde el mercado que consume. Entonces lo público y administrado por estos sistemas conducen a un ejercicio del control cuando en el S. XX se correspondía con un sistema de propiedad tradicional. Como asevera Giddens: "De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada -en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la familia-. Hay en marcha una revolución mundial sobre como nos concebimos a nosotros mismos y cómo formamos lazos y relaciones con los demás." Además, hoy por hoy nos cuesta separar lo aparente de lo existente, lo planteo así atento a que si en el siglo XX algunas o todas las cosas de la familia se ocultaban hoy no existe lugar en el planeta en donde no se debatan estos temas. La familia tradicional estaba basada en una unidad económica, el matrimonio no se contraía en base del amor sexual. Los niños no eran reconocidos como individuos. Y si a ello le sumamos que los aparatos tecnológicos de la nueva era reconstruyen las relaciones interpersonales cara a cara y que nos encontramos frente a un consumo cultural sin reflexión crítica podremos palpar el estado de situación. No se comunica experiencia, lo que se comparte es el espectáculo en el que somos espectadores y actores a la vez en un proceso de transparencia de las personas atroz. VI. La globalización es paradojal. Porqué lo pongo de manifiesto: porque propone por un lado la integración mundial como parte de una totalidad y, a su vez, acentúa la división entre ricos y pobres. En "El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relacion amorosa" los autores se plantean esta dicotomía entre el "amor entre iguales" y el yo o la autonomía del propio yo. En definitiva lo que los autores quieren decir es que en los tiempos que corren una de las principales características de los tiempos actuales es el choque de intereses entre AMOR - FAMILIA - LIBERTAD PERSONAL. VII. En Latinoamérica. A la par que para algunos el nivel de perversidad en la humanidad en general ha aumentado considerablemente (y son en definitiva estos "hijos de la libertad"), las familias posmodernas o de la modernidad líquidas son las que conforman esta nueva forma de amar y por que no también de hacer el mal. Interesante es destacar en este momento el aporte de la CEPAL con respecto a este tema: "En América Latina, estudios antropológicos señalan la capacidad explicativa de los conceptos de machismo y marianismo y sus contenidos ideológicos, que hacen referencia a la agresividad, arrogancia e intransigencia de los hombres, frente a un modelo de perfección y superioridad espiritual al cual las mujeres deben aspirar a través de la maternidad, ... la obediencia. Ambas expresiones hacen referencia a estereotipos culturales que dotan a hombres y mujeres de atributos y conductas, que son eficaces en la construcción de las indentidades genéricas, permeando y definiendo formas de ser y modos de relación entre los sexos, asimétricas en la valoración..." Sin embargo: “Esta valoración altamente positiva de la familia, especialmente como base de la cobertura afectiva, debe ser contrastada con otro aspecto: la presencia de violencia intrafamiliar. Es sabido que la violencia intrafamiliar es un problema social de grandes dimensiones, que tradicionalmente se ha considerado como algo “privado”, ajeno al debate público, por lo que ha permanecido oculto y escasamente estudiado. Sin embargo, desde fines de los años ochenta se vienen realizando diversos estudios que, frente a la visión idealizada de la familia, han puesto al descubierto “la caja negra” familiar, donde se registran la violencia y los abusos” . En las encuestas de juventud: "... el tema de la violencia intrafamiliar aparece explícitamente tratado ... Ante la pregunta por la prevalencia de violencia física en el hogar, el 66,3% de los adolescentes y jóvenes bolivianos dijeron que nunca eran sometidos a agresión física dentro de su casa (el 67,4% de las mujeres y el 65,2% de los hombres). Del total de adolescentes y jóvenes, el 33,4% reconocían que había sido víctimas de agresiones físicas dentro de su casa. Los preadolescentes son los que reciben más castigo físico en sus hogares, ya que mientras el 85,7% de los jóvenes señalan que nunca les pegan en su hogar, ese porcentaje es de 63,9% en adolescentes y 33,8% en preadolescentes. Por otra parte, en un estudio realizado en Chile, los y las jóvenes reconocen que frecuentemente o a veces se dan conductas violentas en el interior de su hogar: 10% en el caso de violencia física de padres a hijos; 5,7% en el caso de violencia física entre cónyuges; 12,8% en el caso de 100 violencia psicológica entre padres e hijos y un 11,3% en el caso de violencia psicológica entre cónyuges. Sin embargo, al preguntarle a los niños ... los datos muestran una realidad más agresiva. El castigo más frecuente mencionado por niños y adolescentes es “no me dejan salir” (63%), le siguen en importancia “no me dejan ver TV” (36%) y “me pegan” (27%). Esta última cifra contrasta con el hecho de que en el estudio anteriormente mencionado solo un 10% de los adultos reconocen la existencia de violencia física dentro del hogar ..." Sin embargo estos altos niveles de violencia familiar en toda latinoamérica, "...surge la paradoja de que coexiste entre los jóvenes una valoración muy positiva de la familia, como base de la cobertura afectiva y como espacio de confianza y de diálogo, junto con la experiencia de la caja negra familiar (los conflictos violentos que permanecen como secreto de familia). Para una proporción importante de los jóvenes existiría, por tanto, una falta de correspondencia entre un discurso (ideal) sobre la familia y unas experiencias altamente conflictivas de convivencia familiar". Es decir que nos encontramos frente a una imagen en la que se presenta a la familia como espacio de conversación y de diálogo, lo que en principio supone el respeto por el otro. A su vez, esta imagen es consistente con la noción de que la autoridad familiar se constituye como un espacio de negociación, producto del desdibujamiento de la imagen paterna como figura orientadora y autoridad prefigurada. El lugar de la autoridad está ocupado ahora por el padre y la madre, y que los jóvenes solo entran en la negociación en torno de temas que afectan al control de sus cuerpos y de sus espacios. ¿Será que los feminicidios, violencia de género y familiar son las consecuencias no deseadas de esta posmodernidad en que la mujer ha logrado una independencia formal del hombre? VIII. Protección contra la Violencia Familiar. Derecho comparado. La Res. III Congreso de Familia de El Salvador 1992 la define como: “Cualquier acción, omisión, directa o indirecta, mediante la cual se inflige sufrimiento físico, psicológico, sexual o moral a cualquiera de los miembros que conforman el grupo familiar”. Ley de Puerto Rico: “un patrón de conducta constante ejercida en deshonra, descrédito o menosprecio al valor personal. Limitación irrazonable al acceso y manejo de bienes comunes …” La doctrinaria Maria M. Galli Fiant: “Toda acción u omisión ejercida por un integrante del grupo familiar contra otro que produce un daño no accidental en lo físico, psicológico, sexual o patrimonial.” Las distintas legislaciones tratan el tema con características que prácticamente se reiteran en el detalle de las leyes. Sin entrar en un análisis exaustivo de las leyes podemos acordar algo: La República Oriental del Uruguay legisla en la Ley Nº 17.514 la VIOLENCIA DOMÉSTICA. En su Artículo 2º dice: Constituye violencia doméstica toda acción u omisión, directa o indirecta, que por cualquier medio menoscabe, limitando ilegítimamente el libre ejercicio o goce de los derechos humanos de una persona, causada por otra con la cual tenga o haya tenido una relación de noviazgo o con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva basada en la cohabitación y originada por parentesco, por matrimonio o por unión de hecho. Y en el Artículo 22: El Estado deberá adoptar todas las medidas necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia doméstica y fomentar el apoyo integral a la víctima. Es interesante el tratamiento de la persona violenta quien para algunos debe ser tratada y para otros debe ser olvidada como así ocurre en la letra de la ley y en la realidad de los hechos. El Artículo 23 dice: La rehabilitación y la reinserción social del agresor, deberán formar parte de una política que procure proteger a todas las personas relacionadas. La asistencia y el tratamiento deberán ser instrumentos de esta política. En Chile la legislación no difiere mayormente de la reseñada: La Ley N° 20.066, denominada de VIOLENCIA INTRAFAMILIAR dice en su Artículo 1°: Objeto de la ley. Esta ley tiene por objeto prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar y otorgar protección a las víctimas de la misma. Artículo 2º: Es deber del Estado adoptar las medidas conducentes para garantizar la vida, integridad personal y seguridad de los miembros de la familia. Recien en el art. 5 la define como: "... todo maltrato que afecte la vida o la integridad física o psíquica de quien tenga o haya tenido la calidad de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con él; o sea pariente por consanguinidad o por afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado inclusive, del ofensor o de su cónyuge o de su actual conviviente. También habrá violencia intrafamiliar cuando la conducta referida en el inciso precedente ocurra entre los padres de un hijo común, o recaiga sobre persona menor de edad, adulto mayor o discapacitada que se encuentre bajo el cuidado o dependencia de cualquiera de los integrantes del grupo familiar". La ley 11529 de la Provincia de Santa Fe, Argentina adhiere a estos principios. Esta Ley instrumenta un procedimiento judicial cautelar y urgente con el objeto de hacer cesar o aliviar la violencia en el seno de la familia. Esto significa que el expediente que se forme no llevará meses y meses tramitarlo sino que en el transcurso del día se formula de denuncia y se logra una medida para hacer cesar la violencia familiar. Debe desterrarse el mito de que es un trámite engorroso. Asimismo es bueno aclarar que no es un proceso ordinario en el que se deba demostrar la calidad de víctima sino que es necesaria solamente la calidad de denunciante que se considere en una situación de violencia familiar con cierto grado de verosimilitud. Nuestra Ley delimita de una manera similar a la expuesta en el Congreso de 1992 a la violencia familiar, tal es así que la considera como a “…todas las lesiones o malos tratos físicos o psíquicos por parte de alguno de los integrantes del grupo familiar”. Toda denuncia de violencia puede realizarse en forma verbal o escrita, esto significa que no es necesaria la asistencia letrada de un abogado para formular una denuncia o hacerla saber al Juez, basta con exponer verbalmente la situación vivida sin tener conocimientos del derecho. A mas de diez años de estar vigente la Ley de Violencia Familiar se muestra cada vez más plena en su funcionamiento. Tal es así que las denuncias de violencia de un año a la fecha se han incrementado en casi un 15 % en la provincia. Un paso importante fue lograr que lo que en lo social se convirtió en algo condenable y desprestigiante, también lo sea en el ámbito privado. IX. Conclusiones: Al comenzar el texto aclaré que el texto pretendía dejar más interrogantes que respuestas, sin embargo algunas ideas podemos por lo menos aclarar. Es cierto que en nuestro mundo altamente industrializado son muy pocas las familias que viven como sesenta o setenta años atrás, es decir, ambos padres viviendo en pareja junto a sus hijos, madre ama de casa o con ingresos menores y el padre proveedor del sustento, el que trabaja. Hoy encontramos y lo denominan los doctrinarios del derecho, frente a la "familia ensamblada" fuente inagotable no solo de amor sino también de conflictos. Esclarecedora es la ley santafesina cuando su Reglamentacion de la Ley protege a quien describe las situaciones percibidas como violentas por las víctimas. El maltrato físico sólo es posible si antes hubo humillación, desvalorización, dependencia emocional y naturalización de la violencia en las relaciones familiares. Al incluir la violencia psicológica, sexual y patrimonial, la Reglamentación permite identificar y enmarcar una gran variedad de manifestaciones: las que necesitan un tratamiento terapéutico; los abusos sexuales dentro del matrimonio que deben ser visibilizados; los abusos y las violaciones a los niños y las niñas; los actos que atentan contra los intereses patrimoniales, como roturas de muebles, diplomas, documentos de identidad, por mencionar sólo algunos ejemplos, y que además pueden ser objeto de una acción judicial por daños y perjuicios. Este es un tema importante para dar a conocer al común de la gente ya que la ciudadania normalmente no está informada del contenido del concepto “violencia familiar”. Se debe tener en cuenta que las personas ven violados sus derechos humanos en el ámbito de la familia, paradojicamente la institución que se presenta como el primer nucleo de proteccion natural de los seres humanos. Normalmente la persona violenta esgrime la idea del derecho de corrección (muy escuchado en las audiencias que he llevado adelante) legalmente vigente en otras épocas, para poder agredir a su mujer y a sus hijos, y de la concepción de que el uso de la fuerza es una muestra del mito de la virilidad. Por suerte ese concepto esta siendo suprimido en la sociedad para pasar lentamente a una condena y estigmatización social de dicha conducta. La familia presenta transformaciones e irregularidades de estructura y estabilidad, que están presentes en los hogares de la mayoría de los jóvenes pobres, con consecuencias asociadas a violencia, carencias afectivas y materiales. La pregunta es: ¿Cuánta gente añora regresar a esos viejos papeles tradicionales (binarios): macho (proveedor) - hembra (reproductora)? La división del trabajo sexual ha muerto hace tiempo. Sin embargo la subordinación de la mujer en ciertos ámbitos domésticos, sobre todo de los estratos bajos, indica la subordinación de la mujer a los mandatos de asimetría de poder al interior de la pareja que hace naturalizar el hecho de que los bienes adquiridos durante la convivencia son propiedad del hombre. ¿No será la actual violencia de género (enmarcada en el ambiente violento en general en que se vive) un movimiento espasmódico, de reacción, por parte de seres humanos que añoran la solidez de las sociedades tradicionales del S. XX las que resisten con la violencia como manifestación patológica? También ahora se vive violencia durante los noviazgos, situación que merecería ser analizada en otro trabajo. Al respecto es interesante destacar que el nivel de tolerancia sobre esos tipos de actos ha cambiado, ha disminuido y por ende la violencia de género se hace intolerable cuando años atrás la homosexualidad estaba penada, los niños carecían de derechos (sin la mínima consagración legal o constitucional) y el matrimonio era un compromiso para toda, absolútamente, toda la vida.