Publicado en la revista Noticias, edición del 27 de mayo de 2011, página 108
María Laura Quiñones Urquiza, Criminóloga - Perfiladora Criminal
IRENE HURTIG
Irene Hurtig, en TN con Mauro Szeta
http://www.youtube.com/watch?v=JZbMXOjhVIQ
Irene en C5N con María Belén Aramburu
http://www.youtube.com/watch?v=4-AV_UEF8SQ
Ningún indicador gestual por sí solo es señal de mentira. A la hora de su detección, las manifestaciones conductuales en conjunto pueden ser una guía para detectar la simulación. Para evitar la sospecha comunicacional generalizada, es decir, el prejuzgamiento por la clase social, profesión, religión o portación de rostro, útil es ir cazando verdades y no mentiras.
Es primordial tener una gran prudencia a la hora de establecer si algo ha sido inventado o es parte de una deformación del recuerdo. A veces, el evocarlo y ponerlo en palabras demasiadas veces, hace que pierda la emoción, el color, aunque el recuerdo y su reconocimiento, sigan siendo los mismos porque cognitivamente, quedaron impresos como una huella.
Esto parecería no haber ocurrido con Irene Hurtig, la pasión con que relata lo que sabe de los acontecimientos, no se ha incrementado ni ha mermado con el correr de los años.
Su emoción sigue allí, es el mismo afecto que se observa en sus gestos y voz al hablar del expediente y se repite al relatar qué es lo que pasó en el momento que entró a la casa de María Marta, entre un tema y el otro, no parecen haber antagonismos a la hora de expresarse con el cuerpo.
Se observa que sus gestos, movimientos oculares y tono de voz al decir algo cierto y que todos conocen, como el expediente, también se repiten al decir lo que no conocemos y ella relata.
Es muy arriesgado hacer un juicio de credibilidad a partir de indicadores conductuales porque todo debe analizarse dentro del engranaje narrativo y contextual. Lo que sirve como herramienta, es comparar los indicadores típicos que aparecen en una persona en particular cuando dice la verdad, y también se presentan cuando dice algo que dudamos sea cierto. Es allí donde aparecen la consistencia o inconsistencia, la verdad y la mentira, pero esto, debe aparecer sostenido en el tiempo.
Siempre hubo una convicción intensa en Hurtig, quién podría negar que censura su conducta, si a los gestos y palabras, los deja fluir espontáneamente. Por lo general, un mentiroso evitaría hablar de contenidos que resten su credibilidad y no buscaría mirar a los ojos a su interlocutor.
Si bien se escucha stress vocal cuando eleva el tono de voz ante determinados temas urticantes, no parecen estar presentes otros puntos a tener en cuenta que evidencien descarga de ansiedad y que por lo general están en la mentira.
Una estructura lógica de discurso y una elaboración estructurada- que pudo incluso estar ensayada- no podría presentar detalles raros, inesperados o insólitos, tampoco detalles referidos a colores, olores y demás; la mentira no podría cubrirlos porque no los tiene procesados empíricamente. El mentiroso no podría corregirse a sí mismo porque no es espontáneo, en cambio, la persona que si dice la verdad, puede incluso dudar en algunas cosas para luego corregirlas, aún si lo que dice esta cargado de subjetividad.
Los cambios rotundos, se observan cuando se le pregunta lo que realmente no sabe, por ejemplo cuando el periodista Mauro Szeta le pregunta si son chivos expiatorios y por qué a ellos, allí, en el minuto 7.25 a 7.45 del video, irrumpe un movimiento involuntario e incontrolable en sus ojos, como un nistagmo. El verdadero temor y desborde emotivo, vuelve a aparecer cuando a la periodista María Belén Aramburu (minuto 15:53) le responde que lo lamenta por sus hijos, que los otros no miden, que en su casa, en la almohada, que no vamos a saber nunca lo que pasó. Es allí en el nudo en la garganta, en el esfuerzo por vocalizar y donde la verdadera angustia de Irene aparece e impresiona como visceral.
CARLOS CARRASCOSA
Entrevista a Carlos Carrascosa en la cárcel. La cornisa
http://www.youtube.com/watch?v=UCXzWbiXeHo
Analizar a Carlos Carrascosa se ha hecho una tarea difícil, porque lo que le sobra expresivamente a Irene Hurtig, le falta a Carrascosa. Su tono monocorde y pasividad al hablar, podrían asociarse a frialdad, pero esto sería caer en un error de idiosincrasia, cuando quizás, éstas son las características conductuales típicamente normales en este señor. No hay material para analizar sus expresiones faciales en momentos felices de su vida como para comparar. La ausencia de gesticulación, también suele ser significativa por el mero hecho de que quizás indique resignación, hipercontrol o priorizar el desarrollo lingüístico al gestual. Existe un mecanismo de defensa correspondiente a las neurosis mediante el cual un sujeto - de modo subconsciente o inconsciente- al recuerdo doloroso, lo despoja del afecto displacentero que corresponde, consiguiendo que no existan vínculos asociativos entre el episodio traumático y la angustia. Esto permite relatar ese episodio con aparente frialdad.
Hay un antes y un después de la entrevista en la cárcel de Campana, allí el tono de voz ha cambiado y muestra un Carlos Carrascosa más rico en lo gestual e institucionalizado.
Mentir requiere de un mayor esfuerzo cognitivo que aparece por ejemplo en largas pausas al hablar, sonrisas nerviosas e inmotivadas, dilación pupilar que es imposible observar en Carrascosa porque el material visual que se requiere es distinto. La reducción general de movimientos o la manipulación de objetos (cigarro, encendedor) suelen ser indicadores de mentira, pero siempre deben ser analizados junto a otros indicadores conductuales corporales ausentes en Carrascosa durante la entrevista. El movimiento de las manos es espontáneo, abundante, se desarrolla cuando habla de su indignación, del lugar del hecho, de su enojo, de la causa. Todo este ritmo corporal cambia rotundamente cuando se le da la posibilidad de opinar qué hubiese hecho María Martha, o qué es lo que él va a hacer cuando vuelva a verla, es decir cuando hipotéticamente se le da vida a ella.
El Dr. Vicente Garrido postula que en ocasiones un sujeto puede dar apariencia de veracidad a lo que dice si logra integrar en su mente dos procesos, cuando relata los hechos. Primero si se aferra a elementos ciertos que acompañan a los falseados, e imprime veracidad a esos recuerdos con la convicción que le da saber que son ciertos. Entonces el resto de cosas -que son falsas- queda impregnado por el estilo y gestos que surgen en el relato de las cosas veraces. El otro proceso mental es el autoconvencimiento, es decir, en casos largos y cuando uno lleva mucho tiempo en soledad o sometido a fuerte presión, es habitual que empiece a decirse que las cosas sucedieron como él las piensa, es decir, engañándose a uno mismo. así, aunque se trate de un engaño superficial, resulta lo suficientemente efectivo como para dar impresión de veracidad a lo que dice.
En criminal profiling, en el lugar donde se encuentra un cuerpo, a veces es necesario evaluar si se presentan diversas situaciones: la escenificación de los cuerpos, de modo teatral y para la propia satisfacción emocional del asesino, a veces en posiciones humillantes. La escena simulada, cuando por ejemplo se desea aparentar que un homicidio fue un suicidio, existe aquí una finalidad instrumental, por ejemplo la impunidad o el lucro. Hay un fenómeno llamado "Deshacer la escena" y es un concepto netamente expresivo, donde la muerte es anulada con un acto que simbólicamente deshace esa muerte. Los cuerpos pueden ser sobremaquillados, vestidos de modo estrafalario, peinados, cambiados a posiciones donde aparentan no estar fallecidos y solo descansan, incluso, se les coloca una almohada bajo la nuca como si tan solo durmieran. A veces, si fueron encontrados desnudos luego de una violación seguida de muerte, se los viste. Esta hipótesis parecería ajustarse a lo que ocurrió con el cuerpo de María Martha García Belsunce, independientemente de si el tribunal decide que la escena fue deshecha por un inocente a modo de negación o por el culpable, a modo de arrepentimiento.
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