La jueza Alejandra Rodenas al salir ayer de la inspección en la comisaría 12ª, de donde el domingo a las 10.45 huyeron 15 presos. No hay evidencia sólida de que la guardia haya facilitado el escape.
Los cuatro policías suspendidos por la fuga de 15 presos de la comisaría 12ª niegan enfáticamente haber favorecido en forma dolosa la evasión masiva del domingo y así se pronunciarán hoy, según adelantó su abogado, cuando declaren ante la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas. La magistrada investiga cómo los internos se escurrieron por la puerta del penal de barrio Ludueña y ayer a la tarde inspeccionó la celda en compañía de un perito cerrajero, quien analizó los tres candados que aparecieron violentados tras el desbande de detenidos.
Los cuatro efectivos bajo sospecha fueron puestos en disponibilidad el domingo a la noche, ante la fuerte presunción de que pudo existir una colaboración policial con la fuga. La medida fue adoptada por el jefe de policía provincial, Osvaldo Toledo. De los cuatro efectivos desplazados, sin embargo, sólo dos serán imputados formalmente del delito de favorecimiento doloso de evasión. Se trata del subcomisario Oscar Romero, jefe interino en la seccional, y de un cabo de apellido A., también presente en el edificio de Pedro Lino Funes al 200 bis en ese momento. Los otros dos efectivos son el cabo C. y el cabo de cuarto I., quienes habían trasladado a un detenido con una moto robada a la comisaría 7ª.
La imputación fue decidida ante ciertos datos del relato oficial que, en principio, "no les cierran" a los investigadores, aunque tampoco se recolectó evidencia firme de una colaboración intencional con la fuga. "Lo que aparece es como mínimo una negligencia del personal", dijo a este diario un jefe policial. Pero la imputación a los efectivos es más grave que una imprudencia: los acusan de haber prestado ayuda en forma dolosa para la fuga. Según una fuente policial, uno de los presos declaró que un candado quedó abierto cuando los policías retiraron de la celda al preso a trasladar a la seccional 7ª.
Eso fue negado ayer en forma enfática por el defensor de los cuatro policías implicados, Carlos Racamato. "Es totalmente falsa la vinculación de los policías con los prófugos. No existió ningún tipo de conexión", remarcó el profesional, quien indicó que elementos objetivos recolectados en el lugar, como los tres candados forzados con una barreta, dan cuenta de un escape sin ayuda. Todos sus clientes se abstuvieron de declarar en sede policial pero lo harán ante la jueza, para negar en forma rotunda la acusación.
Las actuaciones están en la División Judiciales de Jefatura. Allí, a los dos policías que estaban en el penal les tomaron interrogatorio sumario. A los otros dos les tomarán declaración informativa, lo que supone un grado leve de sospecha. Hoy irán también a Tribunales los siete presos recapturados a minutos de la estampida. Prestarán indagatoria, ya que se les imputa su participación en la evasión masiva. “Esto fue algo organizado por los presos solos. Usaron una reja interna de hierro y forzaron tres candados que cerraban dos puertas. Dos de esos candados están rotos, sacados de la matriz, y uno está falseado”, enfatizó Racamato.
En efecto, fuentes de la investigación señalaron que se secuestraron en el lugar una barreta y tres candados violentados. Esos candados cerraban dos puertas: la de la celda colectiva y la de un antepenal donde se guardaban colchones. Un ámbito reducido, de precariedad extrema y en pésimas condiciones de higiene, según describieron allegados a la causa. Esos candados fueron inspeccionados ayer, en el lugar del hecho, por la jueza Rodenas, un cerrajero de la Agrupación Logística de la policía y personal del juzgado. La jueza recorrió la comisaría para obtener una composición del lugar antes de los interrogatorios y analizar cómo pudo haber sido el hecho, en base a los elementos reunidos hasta ahora: el acta labrada en la misma comisaría y las declaraciones de los presos recapturados ante la policía.
El desborde. De acuerdo con la versión inicial de la policía, el escape comenzó a las 10.45 cuando 15 presos desaparecieron del penal tras forzar los candados con una barreta obtenida del mallado del baño. Sólo un interno en una celda individual no se plegó a la huida colectiva. Los presos subieron a los techos de casas vecinas hasta llegar a Rouillón, paralela a Pedro Lino Funes hacia el oeste.
Los mismos vecinos dieron la voz de alerta: “Loco, se les están escapando los choros”, gritó el conductor de un auto. Los presos, se indicó, se habían ido por la puerta. Los efectivos salieron a buscarlos y recapturaron a dos de ellos a dos cuadras de la seccional, cuando subían a un remís. A otros cinco en un Fonavi a tres cuadras del penal.
Fuente: La Capital
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